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P.E.S.A

Dr. Luis Arocha Mariño. Mayo, 2010.

El cerebro es el órgano más interactivo del cuerpo humano. Está conectado con el exterior mediante los órganos sensoriales (vista, oído, olfato, gusto y tacto, el cual incluye un sistema de ubicación espacio-temporal) y con el sistema motor que le permite actuar exteriormente; con el interior por dos vías: a) mediante la médula espinal y el sistema neurovegetativo y b) humoralmente, a través del sistema sanguíneo, mediante moléculas biológicas.

Él se va estructurando en sistemas de codificación altamente complejos en la medida en que los estímulos competentes proveen la información de la que es capaz de recibir, para configurarla como representaciones virtuales de lo que hay, tanto interna como externamente, formando circuitos de realimentación cibernética que dan origen a patrones de memoria que constituyen su estructura virtual formal o “software cerebral”. Estas características permiten una adaptación al medio. En el caso específicamente humano, al estar coyunturalmente ligado a la presencia de la mano prensil, a un aparato fonador amplio, a la existencia de áreas neurológicas superespecializadas en la proyección espacio-temporal y la adquisición del lenguaje complejo y a la propiedad de ser gregario, le permite transmitir experiencias de generación en generación y entre pares, mediante códigos verbales y escritos, convirtiéndose en un ser de transformación de la naturaleza sin precedentes conocidos. Ante nuestros ojos, esta obviedad puede ser confirmada simplemente observando nuestro alrededor y notar cuanto hay que es producto de la labor tesonera de seres humanos.

Ahora bien, esta compleja estructura neurológica no está intrínsecamente coordinada, pues el cerebro opera muchas funciones simultáneamente, lo que a su vez posibilita una gran flexibilidad operativa. Para el caso que nos ocupa, las potencialidades de ejecución del software cerebral con fines transformativos positivos de la humanidad, dividimos en cuatro macrofunciones las actividades de dicho software, a saber:

  • Pensamientos o ítems de memorias de representaciones lingüísticas y perceptivas acerca de lo existente, su extensión e intensión, sus propiedades y sus relaciones.
  • Emociones o estados conformados por representaciones kinestésicas viscerales complejas e instantáneas, producidas por estímulos competentes, tanto internos como externos: Miedo, rabia, tristeza, asco, vergüenza, sorpresa, alegría, serenidad, curiosidad, compasión, ternura y templanza, son las que identificamos hasta ahora, incluyendo, además, los llamados instintos básicos: apego, hambre, sed, sueño y deseo erótico.
  • Sentimientos: aquellos estados mentales de sensaciones complejas y permanentes que enmarcan y orientan nuestras decisiones básicas. Amor, odio, compasión, frustración, confianza, negligencia, son algunos ejemplos de una lista que tiende al infinito.
  • Acciones o comandos neurales que conectan el sistema nervioso central con la periferia del organismo. Esto se lleva a cabo tanto por vía neural como humoral.

De allí, derivamos el acróstico P.E.S.A. como una mnemotecnia que facilita nuestro aprendizaje para el dominio congruente, voluntariamente diseñado, de nuestro software cerebral. Consideremos el eslogan fundamental que acompaña nuestras intervenciones transformadoras: “convierte lo que te pesa, en tu P.E.S.A. de entrenamiento para la vida.

Cuatro características resaltantes son dignas de tomar en cuenta para entendernos mejor y actuar en consonancia con nuestros deseos y perspectivas:

  • Ante un estímulo competente, la Emoción correspondiente tomará el control exclusivo de nuestras Acciones durante 6 décimas de segundo, a partir de allí los Sentimientos y los Pensamientos encausarán el resto de la respuesta.
  • Los Sentimientos básicos y profundos constituyen los marcos de justificación (premisas) de nuestro razonar, armando estructuras complejas –creencias fundamentales- que engloban Pensamientos lingüísticos. Por ello, discutir, sin revisar los sentimientos, resulta inútil al querer resolver querellas.
  • Los principales estímulos competentes para provocar respuestas humanas, lo constituyen las interacciones del mismo tipo. Así, nuestro cerebro se nutre, fundamentalmente, del trato humano. Esto se refleja en la creación de un escenario neurológico virtual (mental) donde la experiencia se convierte en el principal predictor de comportamientos futuros, acostumbrándonos a crear patrones P.E.S.A. que llamamos “realidad”.
  • A partir de nuestra P.E.S.A. versionamos cuatro tipos de realidades: 1- Física o extensional, 2- Mental privada o neurovirtual, 3- Gregaria o grupal (social) y 4- Espiritual o metafísica.
  • La atención constituye el pilar fundamental de guía para el enriquecimiento de nuestra P.E.S.A. y los senderos que desarrolla.

Además, nuestro cerebro no opera de un solo modo o tipo de función. Podemos distinguir al menos tres modos de operar cada uno de estos módulos funcionales:

  • Modo automático: Sin participación del deseo o intervención de la voluntad y que opera autónomamente: tono muscular, respiración, latido cardíaco, funciones fisio(pato)lógicas de mantenimiento corporal, hambre, sed, deseo sexual, vigilancia de sobrevivencia. Operan constantemente, sobretodo en E. y A.
  • Modo inconsciente: Opera en los cuatro módulos P.E.S.A., guiados más por el aprendizaje que por disposición genética. Nos enteramos de ello si seguimos ciertos procedimientos de “traerlos a flote”. Constituyen más del 90% de los contenidos P.E.S.A.
  • Modo consciente: Estamos al tanto con nuestra atención y conciencia de ellos, responden a la voluntad y la planificación adrede que ejecutemos. Constituyen aproximadamente el 10% de las decisiones cotidianas.

Por todos estos hallazgos estamos lejos de ser únicamente razonables y responsables desde una perspectiva clásica, más bien somos seres pasionales que justificamos nuestros desempeños con argumentos que satisfagan los requisitos lógicos a disposición en la interacción cibernética con el entorno.

Cuando logramos relacionar coherentemente nuestra P.E.S.A. y darle dirección y sentido precisos en forma congruente frente a las cuatro realidades que versionamos -a recordar: física, mental personal, social y espiritual-, podemos decir que gozamos de salud integral perfecta. Lo que ocurre normalmente es que nuestro cerebro oscila permanentemente, de tal manera que está en nuestra capacidad de responsabilidad y compromiso, guiados por la atención, establecer estrategias, tácticas y conductas específicas, mantenernos en un proceso de mejoramiento continuo de nuestra experiencia de vivir.

 

Nota: Los hallazgos y aportes de más de doscientos modelos, teorías, enfoques y técnicas acerca del estudio, comprensión y transformación positiva del ser humano, tanto en lo personal como en lo gregario y organizacional, fueron sistematizados e integrados en un modelo teórico-pragmático único denominado NEUROCODEX (NEUROCODificación de la EXperiencia humana), gracias al trabajo transdisciplinario realizado por diferentes equipos y cuyos frutos fueron recogidos y coordinados por el Dr. Arocha a lo largo de más de 30 años de estudio, investigación y aplicación práctica de dichos conocimientos.