¿Cómo “fabricó” el padre Pío sus estigmas?
Las investigaciones en física de micromundos arrojó resultados realmente sorprendentes acerca de las raíces mismas de cómo se expresa lo existente. Descubrimientos como que la materia y la energía son la misma cosa en dos modos de expresión ante nuestros sentidos es , quizá, uno de los fenómenos más sorprendentes que podemos admirar.
Pongamos un ejemplo para ello:
Recuerdas haber visto en la TV, el cine o por la web esas películas que nos pasan rápidamente de lo que acontece en determinado tiempo? Por ejemplo ¿como se mueven las nubes en un período de tiempo o cambian las cosas al pasar de un período a otro del ciclo solar? Recuerdas la típica imagen de una flor cerrándose y abriendose y volviend oa cerrarse ante tus ojos en tan solo un segundo? Pudieramos decir que así será la mirada de Dios, ya que como sabemos el universo, y la tierra con él, tiene un larguísima historia de más de una decena de millones de años. Traduciendo al tamaño de nuestras observaciones decimos que nosotros vivimos la vida en cámara ultralenta, lo que es un chasquido de dedos para Dios-Energía para nosotros es toda la vida que experimentamos a lo largo de tanto tiempo -pongamos por caso 70 a 90 años-; ¿Acaso has visto videos donde una mosca percibe una mano con períodico que intenta inútilmente aplastarla a un velocidad que produce risa? Como puedes ver, toda nuestra experiencia obedece en su estructura a un tamaño y momento de percepción.
Lo que los físicos y neurocientíficos han descubierto es que ese modo de percepción es el que hace que apreciemos la diferencia entre materia y energía. La energía, principio vibratorio que sostiene la materia en tanto y cuanto de manera sistemática, reiterativa y concéntrica siga el tipo particular de vibración que se estabiliza en el tiempo y así luce constante ante nuestra mirada. Si pudiésemos ver a una velocidad mil millonésimamente más rápido captaríamos que se trata de simple energía. Ahora bien, esto es lo que ocurre en el interior de nuestras células: millones de procesos se lanzan a ejecutarse en tan solo un segundo en un proceso energético constante. Igual ocurre en nuestro cerebro: Cuando mediante un profundo estado de concentración integrado alrededor de cierta experiencia podemos aglutinar suficiente energía como para que redunde en materia, ocurren los milagrosos cambios en el cuerpo o en el exterior como fue reportado por estudiosos de los fenómenos paranormales (telequinesia, ectoplasmas, etc).
Y aquí regresamos al padre Pío. Pudiésemos postular que al estar en oración permanente, obsesionado por el castigo inflingido a Cristo en la cruz, logró “fabricar” una transformación material en su propio cuerpo, llagándose las manos y los pies, en emulación del cristo redentor.
Seguimos corriendo el velo que nos separa de los secretos de la naturaleza gracias a el empuje de ésta misma: la creación del ente maravilloso llamado ser humano.
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