DEL TAOISMO A LA REVOLUCIÓN PUNTO CERO
El “libro de los cambios” (I Ching) y el “Tao te Ching”, éste último de Lao Tzu, inspiraron un desarrollo muy importante de la cultura de amor, paz y solidaridad, preconizada por los seguidores de tan noble intención y comenzaron a influir sobre el mundo occidental desde finales del siglo XIX, adquiriendo una importante relevancia especialmente desde los años sesenta para acá del pasado siglo, luego del famoso intercambio cultural Oriente-Occidente que se inició en aquellos momentos. Millones de personas encontraron en estas enseñanzas un camino (Tao) que los condujese hacia emociones positivas que orientan un vida signada por la salud, el disfrute pleno y el bienestar.
Ahora bien, la llegada de la tecnología digital y muy especialmente de la interfaz computadora-persona, junto a las multitareas, constituyen un reto para el ser humano actual signado por la incertidumbre y, en consecuencia, la exposición a desajustes en la orientación vital y el comportamiento cotidiano. Si respetamos los principios sagrados de un buen vivir, tal como lo preconiza el Tao, podemos entender estos avances como parte de “lo que hay y puedo dirigir según mi correcto pensar”, convirtiendo esta complejidad en un elemento que potencie, en lugar de limitar, nuestras opciones como seres vivientes.
Dominar y utilizar para nuestros nobles fines los recursos que la moderna tecnología nos ofrece, es la respuesta inteligente al inevitable curso de los acontecimientos. En la medida en que usamos la interfase máquina-hombre para hacer mejores diagnósticos médicos, corregir problemas de salud, comunicarnos en forma más rápida, precisa y solidaria, aclarar y reducir los trámites burocráticos, simplificar nuestros hábitos y costumbres para disponer de mayor y mejor calidad de vida, empujamos nuestra evolución por senderos de construcción y mejor vivir.
Integrando las sabias recomendaciones de los antiguos filósofos y pensadores chinos con los avances en materia digital, contamos con interfaces que nos ofrecen una perspectiva tremendamente optimista, tal como el gimnasio cerebral que presentaremos a continuación.
Mediante estimulaciones con frecuencia predeterminada, tanto visuales como auditivas, generadas por aparatos de diseño inteligente, provocamos en nuestro cerebro las ondas que corresponden a determinados estados mentales como tranquilidad, seguridad, control de impulsos, energía, sueño, descanso reparador, capacidad recordatoria, inteligencia, meditación, autosanación, etc.
En nuestro equipo de I&D2 (Investigación, Innovación, Desarrollo y Docencia) desarrollamos una serie de protocolos específicos, inspirados en los hallazgos de NEUROCODEX que potencian de manera significativa esas y otras funciones cerebrales críticas para la vida cotidiana, los que utilizamos en nuestro gimnasio mental, a fin de poner al día las sabias y eternas recomendaciones del Tao, en tiempos mucho más cortos y con mayor posibilidad de cumplimiento, ya que el esfuerzo es mínimo frente a las metodologías utilizadas antes de la revolución Punto Cero. Cómodamente recostados, disfrutamos de las estimulaciones correspondientes que fortalecen y crean circuitos neuronales a tono con nuestras demandas, con los comportamientos deseados y esperados para un máximo rendimiento en un clima mental de paz, tranquilidad, eficiencia, productividad y seguridad.
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