El Poder de las Emociones Ocultas
En la actualidad, la llamada era neorenacentista, la palabra emoción hace eco en varios sectores. Incluso podemos decir, que está de moda en el lenguaje y la información. La emoción surge como un conglomerado de reacciones neuropsicofisiológicas frente a estímulos competentes para producirlas, tal como lo que experimenta cualquier persona cuando ve a alguien o algo que representa un grado de importancia en su experiencia particular. Estas reacciones suelen variar cuando hay situaciones habituales que cambian repentinamente. Muchas veces, los impulsos y las acciones se ejecutan con mayor o menor contundencia dependiendo del nivel de emoción que se tiene. Esto quiere decir, que las emociones están ligadas a las decisiones, pensamientos y comportamientos de un individuo.
En el plano social, incluyendo lo político, suelen surgir las emociones colectivas. Aquí, la participación de un agente influyente genera cambios en las personas influenciadas que determina un incentivo en los instintos morales, o por el contrario, la ira que puede desencadenar en algunos casos, los enfrentamientos y la guerra. Partiendo de esto, nos preguntamos ¿cómo los políticos, diplomáticos, empresarios y celebridades pueden ocultar sus verdaderas emociones ante el público para asumir posiciones de influencia?En realidad, no es que ocultan emociones sino que muestran lo que les conviene ante el contexto que están manejando o manipulando. Por ejemplo, la emoción de ira no es 100% una emoción pura. Está combinada por otras como la tristeza y el miedo, siendo una sola la que reconoce el individuo que la tiene. Para que esa emoción sea captada y procesada a cabalidad por el público, la persona que está dando el discurso debe estar lo más consciente posible de lo que está sintiendo. Lo que sí ocultan estas personas de influencia es lo que está transmitiendo esa emoción, que aunque se piense que es momentáneo, en realidad está instalando creencias altamente poderosas que condicionan la conducta a posteriori de la persona influenciada. El mensaje, una vez emitido, ya no nos pertenece…