Errores Epistemo-Metodológicos comunes en la construcción del conocimiento
La cultura humana ha estado regida por dos fuertes tendencias en el modo de evaluar y asimilar el conocimiento: Desde una mirada global, totalizadora de los fenómenos, por una parte, y por la otra, por una atención prioritaria por los detalles, en la medida en que vamos avanzando en el despeje de los secretos de una naturaleza que quizá nos observa con indiferencia –si es que nos observa-.
Si prestamos atención cuidadosa a la historia, notamos enseguida que a su vez, el planeta estuvo dividido marcadamente en esas dos tendencias, particularmente a partir de la división que entre ciencia y filosofía ocurrió con Newton y sus leyes de la física. No por casualidad el texto donde el insigne genio describió minuciosamente sus hallazgos se llamó “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural” (5), dejando ver que para el entonces siglo XVIII, navegaban filosofía y física en el mismo barco intelectual. Es con el desarrollo de la era industrial y la necesidad de realizar largos y detallados estudios que en el mundo occidental nos vimos en la necesidad de superespecializarnos en áreas específicas del conocer, a fin de seguir avanzando en la misión de develar secretos de cómo específicamente la naturaleza organiza sus propiedades, dejando un poco de lado la visión de conjunto de tales fenómenos, materia que el mundo oriental siguió cultivando, principalmente al crear vínculos estrechos entre ese conocer detalles y la visión global como explicación de todos los fenómenos.
Desafortunadamente, y sobre todo en nuestra cultura occidental, lenta y progresivamente se fue instalando un casi desprecio por las visiones totalizadoras, en particular en la ciencia y su hija, la tecnología, llegándose incluso a considerar que sólo es científico lo que se encarga de lo particular. El premio Nobel, por citar una experiencia de alto valor cultural contemporáneo, es un ejemplo claro y contundente de lo que señalo, se otorga fundamentalmente a quienes llevan a cabo una tarea muy específica, contribuyendo al estrechamiento de la mirada, en los campos respectivos. Sin embargo, y sobre todo a partir de mediados del siglo pasado, emerge un movimiento que señala que mantener esa visión sesgada ya no proporciona mucho saber para continuar el avance de la especie; y que se hace necesario rescatar aquella visión conjunta que nos permita una amplitud de criterios y formas de investigación que arrojen avances revolucionarios en la adquisición de nuevos y más útiles conocimiento para la evolución humana. Principalmente encabezado por Edgar Morin (4), a quien debemos la popularización del término “complejidad”, para referirse al rasgo fundamental de la vida donde todo está interconectado aunque mantenga organizativamente diversas formas; lo cual contribuye precisamente a crear esos estados de confusión cuando abrimos nuestros sentidos a la exploración más allá del detalle. Es el mismo Morin, quien suele llamarse a sí mismo “mundólogo” para señalar esa amplitud de observación, quien habla de “transdisciplinariedad” (hay antecedentes importantes en Jean Piaget y algunos filósofos de siglos anteriores sobre este tema) como una forma en que podemos superar la visión estrecha, ya que corremos el riesgo de perdernos en los detalles y birlar las propiedades emergentes de los diversos niveles de complejidad creciente que no aparecen en la disección de partes entrelazadas. Particularmente llamativos resultan estos marcos de observación en el campo de la medicina, donde la acusación básica moderna es “deshumanización”, que no es otra cosa que esa pérdida o falta de observar el conjunto, en este caso la persona como tal, como veremos al clasificar los errores fundamentales, propósito central de este artículo.
Así las cosas, consideramos que el poder “viajar” de un modo de mirada al otro y crear puentes argumentativos y empíricos entre ellos, es la solución al dilema que se creó con el encuentro intercultural oriente-occidente. Al aplicar metodologías correspondientes al modo de observar desde lo particular y el modo de observar desde el conjunto con sentido; y que ambos guarden coherencia y consistencia con los planteamientos de las teorías con que nos aproximemos a esa realidad extraña a nuestra condición esencial, es clave central para el enriquecimiento de la construcción de un mundo en equilibrio. Nuestro programa de investigación-acción acerca del estudio, comprensión y transformación positiva del ser humano, al cual denominamos NEUROCODEX (NEUROCODificación de la EXperiencia humana) (3) propone tres tipos de errores que hemos de vigilar a fin de que, congruentemente, nos sigamos aproximando al develamiento de nuevos secretos que nos conduzcan a un vivir cada vez más ecológico y evolutivamente saludable y feliz.
ERROR TIPO I: Tomar sólo uno de los modos de visión como el importante o fundamental. Tanto aquellos que sostienen que únicamente existe el todo (“estamos en manos de Dios”, “no hay casualidades sino causalidades”) como los que aseguran que detenerse en análisis complejos es salirse del marco científico (las especialidades médicas o las ciencias divorciadas unas de otras, por ejemplo), se pierden de la riqueza que nos brinda la articulación, sistematización e integración de la organización en niveles de complejidad creciente de la naturaleza, limitando sus opciones de progreso. Llamamos error I subtipo A cuando la persona sostiene que sólo importa lo global, la visión holística de las cosas, y error subtipo B, cuando es lo contario, cuando la persona sostiene que ciencia es únicamente investigaciones concretas acerca de hechos de observación en el campo pertinente. En medicina, por ejemplo, las clasificaciones clínicas tipo DSM y similares cometen este error, al convertirse en las guías para diagnosticar y tratar sin una visión fisiopatológica integral del acontecer que padece el consultante en cuestión.
ERROR TIPO II: Todo enfoque o modelo desde el cual observamos la realidad, imprime un sesgo a nuestras observaciones. Es una condición neurológica el que sólo podemos versionar la realidad, ya que ésta a su vez se presenta en condición compleja interactuante con la metodología de observación y el observador (recordemos la teoría Einsteniana y sus versiones en psicología). Por lo tanto, cuando consideramos que nuestro marco es cierto de verdad verdadera o cuando queremos considerar nuestra observación como neutra, cometemos este segundo desliz. En política, por ejemplo, es el causante de las tiranías, al no discriminar los planteamientos del otro opositor. El trabajo de Humberto Maturana al respecto es sumamente esclarecedor (2) Lo mismo ocurre con un gerente que impone un punto de vista, un marido a su pareja (puede ser a la inversa) o cuando un médico comete el dislate de decirle a un consultante “ud no tiene nada” mientras la persona acusa un lamento determinado. Los subtipos los dividimos en A, para indicar cuando “mi teoría es la verdad” y tipo B cuando afirmamos “puesto que lo vi, existe”.
ERROR TIPO III: Se trata cuando confundimos los niveles de organización de la naturaleza al referirnos a cada uno de ellos. Como señalara oportunamente Gregory Bateson (1), a cada nivel le corresponden un conjunto de hábitos o leyes de expresión y aun cuando los menores están presentes en los mayores, hay ciertos grados de libertad para las manifestaciones de niveles. Cuando, por ejemplo, decimos que las leyes cuánticas rigen para el comportamiento de nuestra cotidianidad tal como la percibimos, cometemos este tipo de falla. Por ello, el lápiz seguirá cayendo al suelo si ud lo suelta, aunque hagamos el esfuerzo mental de que no sea así. Mientras no haya suficiente energía como para que las moléculas reaccionen contra la gravedad, no hay posibilidades de manifestación de otra cosa diferente. Allí, las leyes de Newton siguen operando… Es un reto de investigación actual hasta dónde, cómo y en qué contextos nuestro “poder mental” puede superar las leyes de organización del mundo “meso” (el del tamaño de nuestras percepciones).
Con esta guía sobre los tipos de errores comunes observados en la construcción de cualquier tipo de conocimiento (visión global), con la metodología NEUROCODEX, examinamos aquellos escenarios concretos (ciencias, tecnologías, humanidades, artes y sus respectivas “especialidades”) en pos de la misión clave que nos hemos propuesto en el proyecto: Contribuir con una teoría única y múltiples opciones prácticas al avance evolutivo del ser humano, concebido éste como una vida SoPaFeLoSaEd (Solidaria, Pacífica, Longeva, Saludable y Educada).
Bibliografía Referida:
1. Bateson, Gregory: Pasos hacia una ecología de la mente, C. Lohlé, 1972.
2. Maturana, Humberto: La objetividad: un argumento para obligar, Dolmen, 1997.
3. Montilla, Laura y L. Arocha: Ten la vida que quieres y te mereces con NEUROCODEX, ILACOT, 2009.
4. Morin, Edgar: El método, 6 tomos, Cátedra, 2009.
5. Newton, Isaac: Principios Matemáticos de la Filosofía Natural y su Sistema del Mundo, Nacional, 1982.
Luis Arocha Mariño – Laura A. Montilla, 2014