La comunicación humana como matriz para la psicoterapia por objetivos estratégicos (P.O.E.)
“Para evitar que la psicoterapia se convierta en su propia patología hay que limitarla al alivio del sufrimiento, no puede constituir misión suya la búsqueda de la felicidad” Paul Watzlawick
A fines de la II Guerra Mundial, y expresado patéticamente por N. Wiener en su obra «Cibernética» (Wiener, 1960), se produce un cambio importante en muchas personas, una verdadera ruptura epistemológica en relación a la manera de considerar los acontecimientos tanto físicos, como biológicos y humanos. De una visión basada en el atomismo, la causalidad y la energía, se pasa a estudiar muchos fenómenos desde una perspectiva sistémica, como procesos retroalimentados y basados en la información y su transmisión. La psicología, la medicina y las ciencias sociales no escaparon a este nuevo movimiento. Así, la visión freudiana de los conflictos humanos desencadenados por fuerzas interiores (energía) que requieren de su liberación para lograr el equilibrio, dependiendo únicamente de las fuerzas interiores del propio individuo (individualismo) y obedeciendo a estímulos genéticos o influencia parental (causalidad), sufre desde esta perspectiva, una profunda transformación, tal como veremos a lo largo del presente artículo, gracias a las sucesivas contribuciones de una visión epistémica diferente, basada en la interacción humana, es decir, la comunicación.
Un aspecto sumamente importante para poder entender y asimilar que la comunicación permite el estudio de la psique humana, es el referente al objeto de estudio de las disciplinas científicas, y particularmente en lo relativo a las ciencias humanas, donde el hombre se constituye a sí mismo en objeto de su propia investigación. Como señala Tizón: «Tener por objeto (0) al hombre, y ser elaborado por el hombre como sujeto (S)» (Tizón, 1978). En este sentido, resulta importante señalar que el objeto de estudio no varía en cuanto tal sino en cuanto a la perspectiva de observación. Dice el propio Tizón: «Si tomamos dos modelos tan dispares como pueden serlo el psicodinámico y el conductista, las diferencias no yacerán en el objeto último de su estudio, que en ambos casos será la conducta, sino en el ámbito de observabilidad de las conductas que cada modelo propone… …En definitiva las diferencias estarán no en el objeto último de estudio (que en ambos casos es la conducta), sino en la cantidad y extensión de las variables intermedias o intervening variables postulados».(Tizón, 1978, p. 26). Así mismo, «es posible estudiar al ser humano desde el punto de vista de su expresión particular, de sus propiedades inherentes a sí mismo o en función de sus relaciones con otros seres, productos de su acción y/o el entorno que lo rodea» (Acosta, et al., 1980, p. 7). Veremos, por tanto, como las distintas contribuciones que revisaremos llevan a considerar la interacción terapéutica como una unidad, cuyos elementos son el (los) terapeuta(s) y el (los) paciente (s), de tal manera que tal unidad se comporta como un sistema, permitiendo dar cuenta de una base empírica y utilizar dicha interacción como una técnica potencialmente capaz de provocar cambios en la conducta de cualquiera de sus participantes.
Al respecto existe un análisis precursor de los elementos de interacción en un trabajo de Ch. Laségue y J .Falret denominado «La Folie a deux, ou folie comunniqué», publicado en 1877, en el cual se señala la mutua influencia que tienen ambos miembros de una pareja patológica y como bajo esta influencia se determina un tipo específico de relación. Este artículo es el primero del cual tenemos conocimiento que aborda el problema interaccional.
Sin lugar a dudas, las bases empíricas del movimiento de comunicación humana tal como lo describiremos acá, fueron colocadas por Milton H. Erickson, uno de los psicoterapeutas más eficientes y efectivos de los que tenemos información. Erickson se negaba a organizar en sistemas teóricos sus observaciones y recursos terapéuticos, siendo partidario de una terapia centrada en cada paciente (Haley, 1973). Las técnicas de Erickson fueron objeto de diferentes análisis y sistematizaciones teóricas que configuraron la esencia de una buena parte del material expuesto en el presente trabajo.
Por su parte, Gregory Bateson (1972) definió la esquismogénesis como un proceso de diferenciación en las normas de la conducta individual resultante de la interacción acumulativa entre los individuos y eI cual obedece a la búsqueda de la maximización de ciertas variables valoradas por la organización social, estableciendo la existencia de secuencias de interacciones que llevan a la estructuración de las relaciones humanas en función de la serie de inducciones vis a vis que puedan producirse en un conjunto de personas. Posteriormente, Watzlawick et al (1974) desarrollan este aspecto denominándolo puntuación de secuencias de hechos, con sus implicaciones psicopatológicas y terapéuticas. El mismo Bateson introdujo la noción de propuesta y definición de la relación entre los mamíferos al estudiar la comunicación de los delfines. Volveremos sobre este punto al discutir los axiomas comunicacionales sistematizados por eI M.R.I. de Palo Alto.
A partir de 1952, Bateson dirige un proyecto de investigación para estudiar la esquizofrenia desde una perspectiva comunicacionaI, que da como resultado el trabajo «Hacia una Teoría de la Esquizofrenia» y en el cual se plantea la llamada Hipótesis o Teoría del Doble Vínculo (Double Bind) que ha sido útil para entender estados de confusión, así como derivar algunas técnicas terapéuticas (Bateson, et aI., 1956).
En esencia, los rasgos del doble vínculo son:
- El individuo está envuelto en una relación intensa, vital.
- Las otras personas que intervienen en la situación expresan dos órdenes de mensajes y uno de ellos niega el otro.
- El individuo es incapaz de comentar los mensajes que corregirán la discriminación del orden de mensajes.
Otro de los aportes valiosos en el campo de la comunicación humana ha sido el llevado a cabo por Ronald Laing y otros autores (Laing, 1973 y 1974) al desarrollar la idea de que la propia percepción, definición y valoración de cada individuo viene derivada del intercambio con otras personas y en relación a las respuesta que se Ie dan en dichos intercambios comunicacionales. Hallazgos estos que han servido para la definición del «Altaer Ego lnterior» (Gear y Liendo, 1976) y para la idea de que al ocurrir la autopercatación en cada persona por la comunicación, nos encontramos ante una situación que va más allá de la acción-reacción, que se ubica más bien en un nivel transaccional, presentándose una situación de retroalimentación de conducta y de mutuas inducciones (Arocha y Acosta, 1979).
El estudio simultáneo de los comportamientos verbales y fácticos (gestuales), particularmente aquellos ejecutados por R. Birdwhistell, considera el encuentro humano como una verdadera danza ritual, incluso característica según las culturas y Ilevó a Scheflen a hablar de la «orquesta comunicacional» (Bateson, 1984, p. 24), para referirse a Io complejo y estructuralmente organizado que es el proceso interactivo humano.
Otra contribución interesante es la de E. Hall, quien acuñó el término Proxémica, para designar la manera en que el ser humano, según la cultura y la experiencia personal, organiza el espacio a su alrededor, parecido a como otros mamíferos organizan el «territorio» donde habitan (Hall, 1.968).
Watzlawick et al. (1974) sistematizaron ciertas características fundamentales en toda interacción humana que denominaron Axiomas de la Pragmática de la Comunicación Humana, ya que recogen situaciones vitales para el proceso interactivo. En esencia, podríamos sintetizarlos así:
- Es imposible no comunicarse.
- Al emitir un mensaje, cualquier participante de un proceso comunicacional, no solo comunica lo que el mensaje señala por sí mismo (aspecto de contenido), sino que, además conlleva una referencia acerca de la manera como define la relación entre los participantes (aspecto relacional).
- Todo proceso comunicativo es una secuencia ininterrumpida de intercambios, donde la manera como cada comunicante defina y de énfasis (puntuación) a los pasos de esa secuencia organizará la naturaleza de la relación (pauta). A este proceso lo denominaron secuencia punteada de los hechos.
- Los seres humanos se comunican tanto verbal (digital) como a través de gestos, posiciones, etc. (analógico).
- Según que el modo de puntear la secuencia de hechos de la situación comunicacional se haya dado en igualdad o diferencia, en cuanto a la conducta, la-interacción será llamada simétrica o complementaria respectivamente (Acosta y Arocha, 1979).
Paralelamente, Verón y Sluzki realizaron una investigación en la cual muestran evidencias de que su hipótesis inicial de trabajo, consistente en que «diferentes tipos de neurosis están asociados a modalidades particulares de la comunicación verbal» (Verón y Sluzky, 1970) se cumple, al estudiar tales comunicaciones en una muestra de pacientes diagnosticados como histéricos, fóbicos y obsesivos, y haber identificado en ellos un núcleo invariante característico de cada tipo de trastorno, el cual corresponde a un cierto modo de organizarse la interacción de acuerdo a la forma de comunicación específica, independientemente de su contenido. Además, postulan teóricamente que la situación de deuteroaprendizaje (1) en presencia de dobles vínculos es determinante para la génesis de estos tipos de comunicación neurótica, ampliando de esta forma el espectro de aplicación de la noción de doble vínculo más allá de Ia ezquizofrenla y fortaleciendo la idea de una «comunicación interior> que da sentido a la noción de compulsión a la repetición, descrita por Freud en 1914 (Freud, 1967) pero en esta oportunidad como un proceso generado y mantenido por las secuencias interaccionales.
Bandler y Grinder (Bandler y Grinder, 1980), dedicáronse a modelizar cómo ocurre el proceso de captación, transformación y respuesta del cerebro, centrando sus esfuerzos en descubrir que ocurre con la información que le llega a nuestro cerebro (procesamiento), cómo se transforma en comportamiento (expresión) y propuesta de intercambios (comunicación), fortaleciendo un desplazamiento epistemológico de alto valor: del POR QUÉ ocurren los hechos al CÓMO específicamente ocurren los hechos y actuar según esta última modalidad. Como consecuencia de modelizar según operan las maquinas procesadoras de información denominan a su técnica Programación Neuro- Lingüística (P.N.L.). Por añadidura se centran en el estudio del software cerebral. Algunos de sus principios básicos pueden resumirse así:
- El mapa no es el territorio. Cada persona desarrolla un modelo del mundo a partir de la información que recibe a través de los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto). Dicha percepción es sintetizada mediante los «sistemas representacionales» Tres mecanismos de transformación (Generalización, Eliminación y Distorsión) producen la alteración de lo recibido sensoriaImente.
- Los seres humanos muestran su proceso de elaboración mental a través de su expresión. A tal fin han tomado los movimientos oculares y otras señales no verbales, como guías de acceso al tipo de representación fundamental que pueda usar la persona en un momento dado. Igualmente utilizan el discurso verbal, el tipo de palabras utilizadas, para conocer los sistemas representacionales favoritos o preferidos de las personas observadas.
- La manera como la persona se expresa afecta enormemente la forma en que el mensaje enviado es percibido, procesado e interpretado por otra persona. Este principio ha sido ampliamente utilizado para modificar los comportamientos y deseos (desde ventas hasta psicoterapia) (Brooks; 1980; Laborde, 1.984).
- La forma como la persona organiza las modalidades y secuencias de las representaciones mentales en relación a determinadas circunstancias, influye fuertemente sobre la carga afectiva que acompaña a los recuerdos y/o acontecimientos. Este principio ha permitido logros psicoterapéuticos dramáticamente breves y poderosos (Bandler, 1988; Lankton, 1980).
- Los procesos de motivación y cambio resultan más susceptibles de lograrse bajo estados de trance (bloqueo de hemisferio izquierdo) (Grinder y Bandler, 1981).
Una excelente síntesis de los aportes de P.N.L puede consultarse en Lozada (Lozada, 1990).
Watzlawick et al. (1978), han analizado, desde la perspectiva de los desarrollos en comunicación que se Ilevan a cabo en el M.R.I. de Palo Alto, particularmente la psicoterapia breve que surgió luego de los trabajos de doble vinculo y del estudio sistemático de los aportes de Erickson, algunos factores que determinan la presencia y el cambio en las actitudes humanas. Descubrieron y propusieron dos tipos de cambio. Cambio tipo 1: el cual «tiene lugar dentro de un determinado sistema, que en si permanece inmodificado y otro cuya aparición cambia el sistema mismo» (Watzlawick, et al., 1976, p.30), o cambio tipo 2: el cual se sustenta muchas veces en un intercambio directo con el área inconsciente o hemisferio derecho, consistente en un salto a una categoría superior de análisis o perspectiva (Watzlawick, 1978).
Basándose en muchos de estos hallazgos se crea el Centro de Terapia Breve del Mental Research Institute (M.R.I.) de Palo Alto, California, donde surge una propuesta de trabajo psicoterapéutico organizado estratégicamente y con objetivos explícitos, cuya configuración se recoge en la publicación «La táctica del cambio» (Fisch, et al., 1984). En esta obra muestran su estructura de trabajo: máximo 10 sesiones, centrados en el problema actual y buscando la forma en que el (los) paciente(s) persisten en su problema. Postulan que los esfuerzos que realiza la persona por resolver el problema constituye generalmente los comportamientos que permiten que dicho problema se mantenga. Si lo formulamos, sería así: Prob.= Df + I. Sol., donde Prob. = Problema; Df. = dificultad e I. sol. = Intentos de solución. Por ejemplo: un paciente que asiste a nuestra consulta manifiesta que a raíz de padecer una enfermedad dermatológica (lesiones eritemato-papulosas en espalda y brazos) consideró que eso la «afeaba» (Dificultad), ante la cual optó por evitar las insinuaciones sexuales del esposo (Intentos de Solución), corriendo así el riesgo de complicar la relación de pareja, ya que el esposo consideraría que él era el rechazado, creándose un problema (Problema) matrimonial. Al dejar de intentar el alejamiento (Intervenciones terapéuticas), ésta paciente acabó con la creación y alimentación de un problema de aislamiento y evitación que padecía al momento de su primera entrevista.
A partir de los hallazgos y sistematizaciones que hemos venido esbozando, proponemos un esquema de trabajo terapéutico consistente con la ruptura epistemológica indicada al inicio de esta presentación.
- Que aborde la relación terapéutica como un proceso transaccional, como una unidad armónica, y actúe en consecuencia.
- Que se base en la información empírica (verbal, gestual y proveniente del contexto) como dato específico para armar el diagnóstico y proponer los recursos terapéuticos.
- Que se organice como un proceso de toma de decisiones, con una planificación estratégica flexible con base en escenarios y con opciones de cambio para el consultante.
Al modelo de trabajo propuesto lo desglosamos en dos componentes:
I.- Psico (pato) lógico (2):
Cada persona cuenta con un sistema de canales sensoriales por medio de los cuales recibe información del exterior, pudiendo también ser estimulados interna y espontáneamente, lo cual confiere una gran plasticidad a los circuitos neuronales (Chomsky, 1971, p.24-26). Tomando los aportes de la P.N.L., asumimos que la percepción de los estímulos se organiza fundamentalmente en tres subsistemas de representación: Verbal (V), Auditivo (A) y Kinestésicos (K), y que lo más frecuente es que cada persona tenga algún tipo de secuencias de representación preferido, contextualizado a clases de experiencias, con el cual recibe, interpreta y responde a los diferentes estímulos. Más recientemente, Laborde (1984, p.65) propone una cuarta categoría que denomina cerebral, indicando que son personas cuya característica central es que no se inclinan por un sistema o secuencia representacional favorito, sino por una tendencia a la hiperacionalidad, al lógicamente etiquetar las percepciones que experimentan. Estos sistemas representacionales constituyen verdaderos organizadores de la concepción del mundo y su sentido afectivo para las personas. Como señalan Bandler y Grinder: «la información recibida a través de cada uno de los canales de entrada puede ser almacenada o representada en un mapa o modelo, el cual es diferente para cada canal» (Bandler y Grinder, 1976, p. 35), de tal suerte que el proceso de codificación y decodificación de cada persona construye una visión del mundo y respuesta afectiva correspondiente, exclusiva para cada quien. Esto es lo que se ha denominado MAPA o MODELO MENTAL de la persona.
Tres mecanismos básicos de transformación de la percepción de las experiencias originarias han sido descritos para la formación y mantenimiento de la propia experiencia subjetiva: Generalización (G), Eliminación (E) y Distorsión (D).
«La Generalización es el proceso mediante el cual algunos elementos o piezas del modelo de la persona se desprenden de la experiencia original y llegan a representar la categoría total de la cual la experiencia es solo un caso particular» (Bandler y Grinder ,1980). Algunos aprendizajes generalizados pueden ser tremendamente útiles, tales como cuidarse en la noche en la moderna Caracas, pero desarrollar una fobia a la obscuridad puede ser limitante.
La Eliminación u Omisión es el proceso mediante el cual se excluyen partes de los elementos del mensaje en una comunicación, volviéndola inespecífica y sin contexto, p.e.: «Tengo miedo» sin destacar índices referenciales (a qué o quién se teme).
El tercer mecanismo de transformación de la experiencia subjetiva lo constituye la Distorsión, mediante la cual operamos cambios en nuestra experiencia de los datos sensoriales que recibimos, generalmente asociando experiencias que no están necesariamente conectadas. Las fantasías o imaginaciones anticipatorias son distorsiones frecuentes, así como también las nominalizaciones (un proceso es transformado en evento, congelado: «Mi madre es mala» atribuyéndole a la madre la esencia de ser mala y no que puede «cometer maldades» en ciertos momentos y bajo ciertas circunstancias). Si aunamos los procesos de transformación a la característica humana de poseer un sistema representacional favorito, nos encontramos con una buena explicación de por qué «cada cabeza es un mundo».
Asumimos que los seres humanos organizan la información que reciben de acuerdo a los mecanismos señalados y crean patrones de comportamiento compatibles con la concepción del mundo y el sentido afectivo y valorativo que resulta de sus experiencias y percepciones (Modelo Mental), configurando estrategias de acción sistemáticas, reiterativas y concéntricas alrededor de los estímulos que sirven de disparadores de la conducta, ya sea esta considerada normal o patológica. La apertura a opciones pasa por un proceso de igual consideración, donde surge la noción de alternativas. De manera general podemos clasificar algunas tendencias estratégicas en el comportamiento de las personas: Evitadores-Procuradores; locus de control interno-locus de control externo; acordadores-criticadores y otros que resultan útiles en la planificación y pronóstico de la acción psicoterapéutica. Hasta acá el aspecto de experiencia subjetiva y cómo organiza, desde nuestra perspectiva comunicacional, el cerebro humano dicha experiencia. Pasemos ahora a considerar lo relativo a la EXPRESIÓN y TRANSMISIÓN de mensajes.
Si yo digo «Buenos días» no sólo me refiero al significado «Buenos días», sino que comunico a los interlocutores mi INTENCIÓN (en parte consciente, en parte no) de llevar a cabo una relación respetuosa, educada, según los cánones sociales pre-establecidos. En realidad estoy diciendo: espero tratarlos a Uds. en forma cortés y, por lo tanto, espero de Uds.. un trato similar. Uds. (interlocutores imaginarios) responderán de alguna forma y luego esperarán el próximo movimiento del ajedrez humano que yo haré en mis piezas. Esperarán para calibrar cómo y cuándo interrumpir o no mi discurso, plantear preguntas, comentarios, etc. Para ello, no sólo se orientarán por lo que yo diga, también prestarán atención al tono, timbre, ritmo y velocidad de la voz, a mi respiración, a los gestos de mi cara, los movimientos corporales, la postura que asuma, la hora en que llegué, como ando vestido, cuándo entré y saludé, dónde me coloqué, como están distribuidos los muebles, cualquier información previa que tengan de mí, del tipo y carácter social de nuestra relación, en síntesis, de nuestra cultura.
Todo esto ocurre en fracciones de segundos, mayormente inconsciente, y constituye la propuesta de Definición de la relación entre nosotros. Las respuestas sucesivas que tanto Uds. como yo vayamos dando, mantendrán un proceso continuo (casi como un átomo imaginario con todos sus protones y electrones en actividad permanente), donde cada vez será mas conocida (una pequeña fracción de este conocimiento es perfectamente consciente) la forma como hemos de tratamos. AIguna circunstancia podrá modificar este acuerdo tácito surgido a lo largo del tiempo, ante lo cual haremos los ajustes correspondientes o se suspenderá la relación. Es como si cada uno dijera: «A mí me gusta que nuestra relación se desenvuelva así» o «Yo acepto esta relación así». .Dependiendo de esta apreciación (Definición de la Relación) habrá sufrimiento o disfrute, pero la relación continuará. Esto está en la base de gran cantidad de problemas humanos aparentemente difíciles de explicar, pues para un observador no atento o no conocedor, y este observador puede ser uno mismo metido en una relación, toda esta dinámica puede ser percibida como «aquí no pasa nada»,de la misma forma como los descubridores iniciales
pensaban que dentro del átomo no ocurría nada. Sin embargo, lo que descubrimos es que ocurren simultánea y sucesivamente, muchas cosas que producen una resultante, la cual, utilizando nuevamente las palabras de Scheflen llamaremos la «Orquesta Comunicacional» (Bateson, 1984), para resaltar la idea de que se trata de una actividad compleja, pero armónica, equilibrada (sea agradable o no, «normal» o «patológica»). Subyace un principio básico que ya despejaron los físicos con respecto a su propio objeto de estudio: la aparente calma, el aparente equilibrio de un átomo está dado por una continua actividad, de desajuste y ajuste. Observamos en la «Orquesta Comunicacional» que para que se mantenga el desarrollo de la «pieza musical» de la forma en que es conocida, es necesario que cada «músico» interprete reiterativa, sistemática y concéntricamente los mismos pasos. Para que se mantenga una respuesta motora, emocional, o de otro tipo, es necesario seguir ciertos pasos y alimentarlos correctamente, ya sea desde uno mismo (interior), ya sea que tal reforzamiento provenga de otro(s) (exterior). Una pareja, por ejemplo, puede estar peleando durante años, incluso con agresiones físicas constantes, ambos miembros están en completo desacuerdo y desagrado en que las cosas ocurran así, pero continúan juntos. Como psicoterapeutas es para nosotros sumamente importante conocer este fenómeno y poderlo entender en su configuración, en su estructura, ya que este conocimiento de los mecanismos de persistencia nos abre la puerta a una o varias perspectivas de cambio. Nos resulta obvio (al introducir la lupa para analizar la expresión humana) que esta aparente monotonía y rigidez de comportamiento por parte de esta pareja es mantenida por constantes repeticiones rituales que configuran una forma de retroalimentar un aparente comportamiento «fijado».
A partir de este modelo psico(pato)lógico podemos estudiar y analizar tanto las experiencias intrapsíquicas, en tanto que como hemos señalado dichas experiencias son producto del procesamiento de la información proveniente en gran parte de fuera, como las situaciones interaccionales (parejas, familiares, instituciones) y planificar acciones que eviten o corrijan las situaciones comprometedoras para los consultantes. Conociendo las estructuras de procesamiento, expresión y pautas comunicacionales de nuestros consultantes podemos dar cuenta de las limitaciones y recursos que pueden ser útiles para un cambio. A este diagnóstico de las creencias, valores, afectos y comportamientos compulsivos que configuran el MAPA MENTAL del paciente, lo llamamos «TEORÍA DEL CONSULTANTE», a los fines de destacar el papel de lo único e irrepetible de cada persona, resaltar la particularidad del «mapa mental» de cada individuo y darle un enfoque centrado en las necesidades y capacidades específicas de dicho consultante y no en los modelos teóricos con los cuales simpatizamos.
II.- Psicoterapéutico
Para el logro de un mayor rendimiento del modelo propuesto, hemos ideado un instrumento de registro como recurso operacional que nos permita una mejor organización del material de información recabada, centrarnos en los objetivos psicoterapéuticos y explicitar por escrito las pautas de interacción y las reformulaciones que habrán de utilizarse como tácticas comunicacionales según el caso (Arocha y Alfaro, 1992).
A los fines de la elaboración del instrumento de registro, el cual funciona como una guía operacional a usar por el psicoterapeuta, fueron vitales los aportes del Centro de Terapia Breve del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo Alto, reportados en la obra «La táctica del cambio» (Fisch, et al., 1984), puesto que la organización que describen para el abordaje de los casos fue altamente inspiradora para el diseño del instrumento.
En su esencia, y aparte de los datos generales y antecedentes de importancia, destacamos en nuestro instrumento guía Io siguiente:
1.- Demarcación del problema
Aunque no hemos podido constatar en todos los casos la validez de la fórmula Prob = Dif + I Sol, sí se ofrece como excelente guía para el abordaje de los pacientes. De hecho abrimos un apartado para los intentos de solución. El problema surge de la queja del paciente y nos proponemos que dicha queja sea expresada como una definición operacional, registrable como comportamiento (verbal o fáctico) por nuestros sentidos o mediante instrumentos (video, grabación). Para precisar operacionalmente el problema nos servimos de preguntas claves, entre las cuales destacamos: ¿Cuál es exactamente el problema? ¿Qué hace Ud. En esa circunstancia? ¿Cómo llega exactamente a ser verdaderamente un problema? ¿Qué hacen o dejan de hacer los otros? ¿Para quién constituye un problema? ¿Por qué consulta específicamente en estos momentos? ¿Buscando qué en concreto? De esta manera centramos la situación interaccional psicoterapéutica en el estado de cosas que ocurren en el paciente y su contexto en el momento actual y en la circunstancia particular de la entrevista.
Distinguimos problemas intrapsíquicos e interpersonales según que el sistema afectado por las acciones de retroalimentación provenga del propio individuo o se trate de una unidad contextual (familiar, institucional, laboral, etc). Para el análisis de lo acontecido en el propio individuo recomendamos las obras de Bandler y Grinder (P.N.L.) y para los abordajes familiares a Papp (Papp, 1991), entre otros autores de categoría similar.
2.- Intentos de Solución
Compartimos la experiencia de Fisch et al. (1984) en el sentido de que los pacientes suelen suponer que están haciendo lo mejor por evitar las dificultades y, que de no continuar haciéndolo las cosas empeorarían, por ello registramos los distintos procedimientos que han usado los pacientes para resolver sus dificultades. Esta forma de proceder nos permite varias ventajas, como son: Nos brinda información acerca de las creencias, valores, actitudes y sentimientos frente a las dificultades y las formas en que estarán dispuestas a actuar, una vez que se les indique algo; nos permite detectar cuando efectivamente los intentos de solución configuran una forma segura de retroalimentar las dificultades y nos brinda una excelente oportunidad para iniciar la estrategia terapéutica del caso, amén de transitar un camino trillado. Acá hablamos de las soluciones propias y ajenas (familiares, amigos, otros terapeutas). Preguntas que nos guían en esta tarea, son entre otras: ¿De qué manera ha intentado resolver este problema? , ¿Ha pedido u otros le han ofrecido ayuda? , ¿Qué le dicen?, ¿Qué hacen?, ¿Cómo reacciona Ud. y los otros cuando esto ocurre?
3.- Postura Asumida
Este término es utilizado por el grupo de Palo Alto para significar «…un valor con el cual .el cliente se halla comprometido y que se ha manifestado abiertamente…» (Fisch et al., 1984, p.110). Para nosotros comprende todo el conjunto de creencias, .valores, actitudes, estrategias mentales y sentimientos en torno al problema, a los intentos de solución, a la terapia y al terapeuta, por lo cual constituye un aspecto fundamental para el desarrollo del proceso psicoterapéutico. Acá prestamos mucha atención a las distintas formas y niveles que están presentes en la «Orquesta Comunicacional» psicoterapéutica: lenguaje y tipo de lenguaje, sistemas de representación, actitud no verbal, presencia de congruencia y sintonía, inducciones para el establecimiento del rapport, entre otros, puesto que sabemos que las soluciones que planteamos solo resultarán efectivas si son soluciones compatibles con el sistema de creencias y afectos del paciente, o si contamos con sus recursos para modificar algunos de ellos. En este sentido distinguimos eI cliente del paciente (siguiendo a Fisch et al.) y el colaborador del oposicionista, así como sus estrategias básicas: evitador-procurador, locus interno-locus externo, altruista-individualista, líder-seguidor, etc, aspectos vitales para la planificación estratégica del caso.
4.- Fijación de Objetivos Psicoterapéuticos
En este caso también se trata de elementos a manejar en forma operacional específica. Para ello, requerimos tres características para formular los objetivos: deben ser planteados en términos específicos y concretos, con sentido positivo (tanto como conducta positiva registrable como que chequeemos que se trata de un resultado enriquecedor, de provecho para el paciente y quienes lo rodean), además, debe basarse en una experiencia sensorial reportada por el paciente: «Veré tal cosa y oiré tal otra».
A grandes rasgos consideramos que debemos determinar si se trata de alguna de las clases siguientes de objetivos:
- Modificar la intensidad emocional de una respuesta.
- Cambiar una creencia o valor.
- Cambiar la conducta en relación a sí y/o a los demás.
- Cambiar una conducta ajena.
- SobreIlevar una situación inmodificable.
5.- Establecimiento de estrategias psicoterapéuticas
Usamos la flexibilidad de la planificación estratégica, donde nos aproximamos al objetivo utilizando los recursos del paciente y planteando sub-objetivos dependiendo de la:s capacidades y «nudos» que surjan. Analizando y chequeando constantemente el contexto de la «Orquesta Terapéutica» utilizamos diversos procedimientos y reiteramos aquellos que nos van dando resultados. Utilizamos tácticas de P.N.L. (Programación NeuroLingüística), instrucciones paradójicas, interpretaciones, según los chequeos inmediatos y mediatos basándonos en la observación del proceso interaccional, mediante las señales que indican logros de objetivos:
- Declaraciones del paciente satisfactorias y congruentes (lo que dice y cómo lo dice).
- Estimación por parte del terapeuta de cambios en la apreciación del problema, intentos de solución y postura, mediante la realización de tareas incompatibles con el mantenimiento del problema (lo que hace y cómo lo hace), (en nuestro caso registramos en video algunos de estos cambios)
- Opiniones favorables de terceros en relación a las conductas conflictivas del paciente (lo que induce y cómo lo induce).
- Pruebas realizadas por el terapeuta (test, etc)
6.- Evolución
En las entrevistas sucesivas utilizamos los métodos de chequeo inmediato (mensaje a mensaje) y mediato (de una sesión a la próxima) para constatar las posibilidades de cambio y si es necesario modificar las técnicas o incluso las estrategias utilizadas.
En nuestro instrumento de registro planteamos sub-objetivos, tácticas y comentarios.
De esta manera, el instrumento de registro P.O.E. nos ha servido para cuasi-integrar los aportes de la Prágmatica de la Comunicación Humana (P.C.H.), Programación Neuro-Lingüística (P.N.L.), Teoría de la Persistencia y del Cambio (T.P.C.) y Pensamiento Lateral (P.L.), cuatro enfoques que centran su actividad en la vivencia de los problemas humanos como proceso, en el estudio de cómo acontece dicho proceso y en la información-comunicación como elementos transformadores.
Esto nos lleva a entender al psicoterapeuta como aquella persona que técnicamente (3) ayuda a otro a encontrar y utilizar sus recursos para resolver o minimizar los problemas, en circunstancias tales en que esta última persona no ha podido utilizar dichos recursos (informativos, afectivos, estratégicos, humanos, etc)
Notas
(1) Término acuñado por G. Bateson para referirse a una forma de aprender a aprender:
«Digamos que hay dos clases de gradientes discernibles en todo aprendizaje continuado: Diremos que el gradiente que se encuentra en cualquier punto de una curva de aprendizaje simple (por ejemplo, la curva de aprendizaje memorístico), representa principalmente la tasa de protoaprendizaje. Pero si infligimos a un mismo sujeto una serie de experiencias similares de aprendizaje sobre el mismo tema, comprobamos que en cada experimento sucesivo el sujeto manifiesta un gradiente de proto-aprendizaje algo más empinado, que aprende algo más rápidamente. Este cambio progresivo en la tasa de protoaprendizaje lo llamaremos deuteroaprendizaje (Bateson, 1972, p.195).
(2) Acá seguimos el término compuesto propuesto por Carlos Castilla del Pino (Castilla del Pino, 1978, p.13-14), quien sugiere un continum entre lo psicológico y lo psicopatológico.
(3) «el oficio artesanal se trueca en verdadera Tekhné cuando quien lo realiza conoce de manera racional que es lo que de él maneja… y por qué hace él todo lo que hace cuando llega a ejercitarlo con acierto» (Lain Entralgo, 1982, p.58).
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DR. LUIS AROCHA M.; DR. FRANCISCO GÓMEZ H.; PSIC. JUDITH ALFARO A.
UNIDAD DE COMUNICACIÓN HUMANA Y TERAPIA FAMILIAR (UCOHTEF)
Facultad de Medicina. Universidad Central de Venezuela (UCV)
* Artículo originalmente publicado en la revista PSICOLOGÍA, vol.XVIII, Ener-Dic, 1993, 1 y 2, pp 62-78.