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Para evitar el descontrol ¿qué más podemos hacer?

El psicólogo Julian Rotter, creador de la Teoría del Aprendizaje Social, introdujo el término “locus de control” en los medianos días de los años sesenta del siglo pasado. Con este término se refería a ese rasgo de personalidad o marco referencial actitudinal que considera que la inspiración para dirigir, gerenciar o controlar nuestros impulsos o decisiones están en manos propias (locus de control interno) o externas, producto de la acción de los otros, en gran medida en manos de los socializadores, como son los padres, educadores, amigos, jefes, etc, incluso suerte, lugares, culturas o circunstancias, como el COVID, por ejemplo (locus de control externo).

Encontraron, tanto Rotter como sus colegas y posteriores investigadores del tema, que esta actitud ante la vida era un buen predictor de éxito o fracaso, en tanto seamos capaces de tomar las decisiones que mejor correspondan a las circunstancias que estemos pasando en el momento, según quién está al frente del volante de la vida.

Uno de los aspectos claves en la decisión de si asumir o no la responsabilidad de nuestro proceder como manifestación propia -locus de control interno-, consiste en el hecho de que los procesos decisorios tienen un altísimo componente inconsciente y automático, ya que la presencia de un detonante o disparador de respuesta emocional suele provocar esa primera respuesta, dando la impresión de que es algo que proviene de fuera y no desde nuestro propio interior; y que, por lo tanto, escapa a nuestro dominio. Es como si el volante de la cordura se hubiese soltado de nuestro cuerpo, como esos carritos de parque de distracciones que llaman “volante loco”. Si nos quedamos allí, seremos víctimas del locus de control externo y simplemente responderemos a la “causa” que nos provocó.

Muchos estudios y pruebas se han realizado para encontrar procedimientos que nos permitan superar estas reacciones inmediatas, la mayoría de las veces imprudentes, como la ira, el temor, la ansiedad, el llanto, la confusión, el desconcierto. El haber ratificado, desde muchas propuestas, que nuestro cuerpo opera como un “mouse” de nuestra actitud emocional es una forma elegante, precisa y sencilla de hacer retornar a nuestra condición humana, superando un comportamiento de carga negativa que puede llevarnos por caminos desagradables, de sufrimiento. El dominio de la respiración, el mindfulness, el Alba Emoting, las estrategias de PNL y NEUROCODEX, el EMDR y la NEBA, el Brain Spotting, entre otros, son algunas de estas formas ultramodernas de restituir el locus de control interno a nuestro cotidiano proceder.

Dr. Luis Arocha Mariño – Tumbaco, Abril, 2021.
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